Entregaron los premios del concurso
literario sobre Malvinas
Como parte de las actividades de la Feria del Libro, el Grupo Literario Sentir en Palabras y el Centro de Veteranos Islas Malvinas de Bell Ville entregaron los diplomas a los ganadores del concurso literario y artístico en homenaje a los 40 años del conflicto bélico del Atlántico Sur por las Islas Malvinas.
Los trabajos que ocuparon los primeros puestos en Prosa fueron: primer lugar "Mi amigo quedó en Malvinas" de René Arévalo de Bell Ville, segundo lugar "Las utopías del flaco" de María Rosa Rolón de Resistencia (Chaco) y tercer puesto "La última carta" de Luis Alberto Luján de Bell Ville.
En lo que respecta a poesía, las obras elegidas fueron: "Por siempre Malvinas" de Verónica Alma Zinni de Río Gallegos (Santa Cruz), segunda "Allá en Malvinas" de Teodora Leguizamón de Bell Ville y tercera "Malvinas" de Analía Brodero de Ceres (Santa Fe).
Se entregaron menciones para la prosa "Queda poco" de Fabián Borgognone y la poesía "A cuatro décadas" de Claudia Sosa, ambos de nuestra ciudad. Mientras que en mosaiquismo resulto ganador el trabajo presentado por Esther Echegaray.
Durante la entrega de reconocimientos, se escucharon poesías recitadas por Teodora Leguizamón y Mario Quinteros. Estuvo presente Walter Luján, presidente del Centro de Veteranos Islas Malvinas junto a otros veteranos nucleados en la entidad local.
La Municipalidad felicito y agradeció a quienes participaron y colaboraron en estos concursos, destinados a mantener viva la memoria por nuestros héroes de Malvinas.
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Fraile Muerto, la crónica
desmesurada
de John Miers

Por Luis Beltrán Martínez Thomas
Los distintos personajes que transitaron el Camino Real desde Buenos Aires hacia Lima o Santiago, refirieron en sus crónicas de muy diferentes maneras la realidad social de los territorios del Plata, según fueran las impresiones que un panorama distinto al de sus lugares de proveniencia les produjera.
John Miers, nacido en Inglaterra (1789-1879), se destacó en la elaboración de un relato ciertamente crítico sobre la naciente Argentina, quizás influenciado por las vicisitudes que debió afrontar, pero también determinado por los pre-juicios europeos de la época acerca de la realidad americana. Sus crónicas están contenidas en el libro "Viaje al Plata 1819-1824".
John Miers partió desde Downs el 26 de enero de 1819, anclando en la rada exterior de Buenos Aires el 22 de marzo. Proyectaba instalar en Chile una empresa de refinación, laminado y manufactura de cobre destinado a revestimientos para la construcción naviera y otras industrias, conociendo que allí podía obtenerse el producto en abundancia, de muy buena calidad, por la mitad del precio a pagar entonces en Inglaterra. Además de la facilidad para conseguir carbón barato y barata mano de obra.
El viaje a Santiago podía hacerse de dos maneras: por mar, rodeando el extremo austral del continente, o por tierra, siguiendo el camino de postas hasta Mendoza y, desde ahí, cruzar la cordillera de los Andes. Por motivos de gravidez de su esposa, Miers eligió la vía terrestre pensando que de ese modo llegaría a destino con mayor celeridad, quizás para la época del alumbramiento.
Las noticias que recibía sobre el estado del trayecto no eran buenas. Dada la situación política del país, entrevistó antes de salir a un funcionario de gobierno, quien le dijo que el interior estaba muy intranquilo y dudaba mucho de que pudieran seguir por el camino regular de postas, aconsejando intentar el cruce de las pampas por una ruta más meridional.
"Mis intenciones - explica Miers, ya en camino- eran las de seguir hacia Pergamino y de allí, por una ruta paralela al camino real, a La Esquina pasando por Indio Muerto, pero el comandante de Rojas me disuadió por completo de tomar ese camino. Dijo que sería imposible conseguir caballos y que nos veríamos obligados a regresar. La mejor ruta, dijo, era por Mercedes a Melincué, de allí a Zanjón y Fraile Muerto; o bien por Punto (sic) del Sauce y Río Cuarto. Recomendaba este último como el mejor".
Con esa información, nuestro viajero se decidió por el Camino de las Pampas, ruta plagada de dificultades, de tramos largos y difíciles, con auxilios y suministros escasos, agregado al colofón dramático del alumbramiento de su esposa en un precario rancho de Villavicencio. Todo lo cual habrá contribuido, junto a su especial carácter, a formar una imagen negativa en su experiencia argentina.
Había partido de Buenos Aires el 6 de abril de 1819, tomando desde Melincué hacia Las Tunas (hoy Alejo Ledesma), pasando por Loboy (Canals) y Punta del Sauce (La Carlota), para llegar a Río IV y luego a Mendoza el 25 de abril. En la capital trasandina estuvo el 27 de mayo, tiempo después de que a Valparaíso arribara el barco despachado desde Inglaterra con las maquinarias para la empresa que debía instalar.
Miers hizo varios recorridos entre Buenos Aires y Santiago, pero solo en ese primero registró un diario, contenido en los capítulos iniciales de su libro.
En uno de los capítulos restantes describe, sin cronología, su trayectoria por el Camino Real, en época de verano, donde destaca la línea de postas recostadas sobre el Río Tercero, a lo largo de unas 100 millas desde Cruz Alta, pasando por Cabeza de Tigre, Lobatón, Saladillo, para continuar desde allí hasta Esquina de Medrano (inmediaciones de Ballesteros).
Sólo cuatro párrafos bastarían para resumir esta crónica desmesurada, aludiendo al tramo ribereño de aquella antigua vía colonial.
"Desde Barrancas -refiere Miers- hasta la próxima posta de Zanjón hay cuatro leguas. Allí hay tan sólo dos ranchos miserables que pertenecen al maestro de posta que nada tiene para ofrecer al hambriento viajero. La suciedad, incuria y haraganería de esta gente está por encima de toda suposición. En todos los trabajos que se realizan a caballo son extraordinariamente ágiles; pero a pie parecen encontrarse en un elemento extraño a su naturaleza ¡Cuán fácil les sería, con un poco de trabajo, procurarse abundante alimento de esta tierra rica y desaprovechada! ¡qué sombra agradable y qué frutas deliciosas darían los árboles que podrían desarrollarse aquí en gran abundancia!".
"Desde Zanjón -continúa John Miers- el camino se tiende, en parte, sobre una pampa uniforme y, en parte, a través del tracto boscoso que bordea al río Tercero. A una distancia de cuatro leguas está Fraile Muerto, el pueblo más grande de todo el camino, después de Arrecifes. Tiene una capillita miserable, y unos cuarenta ranchos paupérrimos. Una de las mejores casas del lugar es la posta que consta de dos edificios de adobe, cada uno con un cuarto espacioso, y aunque es la de mayores proporciones que hemos encontrado hasta ahora, ninguna la excede en mugre".
"La habitación para los viajeros -ensaya Miers una rigurosa descripción- está provista de una mesa alta y cuatro sillones a la vieja moda española; todo se ve cubierto de una suciedad espesa: el piso de la habitación es de ladrillos y como se ha roto en algunos lugares se lo ha cubierto con basuras; las paredes estuvieron blanqueadas en otro tiempo, pero ahora son del color de la tierra de que están construidas. Nadie podría dormir en esta gran sala, a menos que lo obligara la lluvia. Un cielo brillante y un lugar limpio afuera es siempre preferible a la mugre y a las sabandijas en el interior".
Y concluye, en absoluta subjetividad: "El maestro de posta es un viejo gaucho ordinario y poco amable, que de muy mal modo suministra al viajero una comida aceptable, que trata de hacerle pagar bien caro; los precios se aceptan de buena voluntad ya que uno se aproxima a lugares más civilizados".
Esta visión negativa no se limita a lo experimentado en el tránsito por Fraile Muerto, sino que alcanza a casi todos los lugares que conoció; y al país en su conjunto, que tomaría muchos siglos en llegar a ser rico y poblado, según vaticinaba. Lejos estuvo el atribulado viajero de imaginar que, sólo cuatro décadas después, aquella pequeña aldea sería propuesta como capital de la república que, años más tarde, ocuparía un lugar prominente en el mundo.
Sin embargo, la obra de Miers tiene valor, como afirman algunos especialistas, por la información que proporciona sobre las condiciones de vida, paupérrimas, en la campaña, ilustrada con excelentes imágenes de cosas, costumbres, paisajes, y un clásico mapa que describe en detalle las vías de comunicación recorridas en la pampa argentina.
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