Fraile Muerto. Memorias de un Diplomático Británico
Escribe Luis Beltrán Martínez Thomas
Dentro del nutrido universo de viajeros que transitaron la pampa argentina en los albores de la nueva república, no solo comerciantes y hombres de negocios llegaron para explorar las posibilidades que ofrecían las nuevas ideas de libertad económica. También y con mayores razones quizás, lo hicieron funcionarios extranjeros que en sus testimonios al público no revelaban siempre los motivos reales de sus misiones.
Alexander Caldcleugh (Londres 1795-Valparaíso 1858) recorre estas tierras a partir de 1819, volcando sus experiencias en el interesante libro "Viajes por América del Sur". Perteneció en su época al personal de la embajada inglesa en el reino del Brasil, donde llegó en octubre de ese año acompañando al entonces enviado británico, el ministro Edward Thornton. Desde allí viajó al Río de la Plata y luego a Chile y al Perú.
Invitado por el capitán Stanhope - a cargo del bergantín Alacrity de Su Majestad Británica-, se hicieron a la vela en Río de Janeiro el 18 de enero de 1821, entrando en Buenos Aires el 8 de febrero.
Para el 24 estaba emprendiendo la marcha hacia Chile, a caballo, vestido con poncho y sombrero de paja a la usanza criolla, acompañado por un baqueano de apellido Chiclana y haciendo los primeros kilómetros del camino de postas.
La crónica de Caldcleugh lo revela como testigo de relieve en una etapa especial del país, al internarse en la zona conmovida por las guerras civiles. El año 1821 marca un momento decisivo en las disputas del Litoral, que se extendieron por el sur de Córdoba y San Luis hasta el territorio de Mendoza. Es el año en que Ramírez y Carrera se levantan contra la nueva situación creada por los gobernadores de Santa Fe y Buenos Aires -López y Rodríguez-, al acordar el tratado de Benegas, en noviembre de 1820.
Junto a su baqueano y los postillones circunstanciales, gana la posta de Arrecifes el día 26 y un par de leguas adelante, el poblado homónimo, una pequeña aldea donde -según cuenta- pudieron conseguir pan fresco y aguardiente.
Dos días más tarde, hicieron noche en Desmochados, posta fortificada que señalaba el punto de ingreso a zona de invasiones indígenas y por la mañana siguieron hacia Arequito y Esquina de la Guardia, donde hubo en otra época un fuerte demarcatorio del límite entre las provincias de Santa Fe y Córdoba.
El 2 de marzo alcanzaron las márgenes del río Tercero, pasaron la posta de Lobatón y, sin cambiar de caballos, fueron a cruzar el río salobre que desemboca en el Tercero, llegando a Saladillo.
"Desde que se entra en la provincia de Córdoba -memora Caldcleugh-, puede advertirse que la gente es más industriosa, y los pueblos tienen mejor apariencia". Apreciación demostrativa de lo que empezaba a representar la región y el trato amable de los habitantes. "Hasta Barrancas -agregaba el viajero- hicimos cuatro leguas. En la llanura se veían más árboles achaparrados, uno de los cuales, llamado "jume", produce una pequeña cantidad de álcali. Barrancas está formada por varios ranchos. La patrona de la posta se mostró muy obsequiosa. Había muchos zarzales en las cercanías de la casa".
Y dentro de la misma jornada, continuaron sin pausa hasta las dos siguientes paradas. "Partimos para Zanjón, distante cuatro leguas y de ahí hacia Fraile Muerto, a cuatro leguas también. El camino sigue las orillas del río Tercero, los árboles son más grandes; pasamos algunos bosquecillos de mimosas. Fraile Muerto es un pueblito que consta de unas sesenta casas de adobe. Decidimos pasar allí la noche a fin de componer mi recado y la maleta que habían sufrido mucho con la premura del viaje. Pude conseguir un poco de pan y aguardiente. El maestro de posta se portó muy bien. El agua era buena".
En la madrugada del 3, prosiguieron bordeando el río hacia Tres Cruces y Esquina de Medrano, en busca de la bifurcación del Camino Real que los llevaría hasta Mendoza. Y dejan la zona con una impresión positiva sobre las posibilidades de la tierra y "la gente de buenos modales".
Caldcleugh llegó a Chile el 21 de marzo, embarcó hacia Perú y luego de una breve estadía regresó a Santiago. Llamó la atención el escaso tiempo de permanencia en ambos lugares -recorrió Lima en una semana y conoció al virrey La Serna-, lo que no es de extrañar, dado su viaje habría sido una misión diplomática de reconocimiento, atento especialmente la instancia crítica de la campaña libertadora del general San Martín en esa convulsionada región.
Desde Chile, partió de vuelta a Buenos Aires el 28 de mayo y en Córdoba, el 18 de junio, tomó conocimiento de que no podría seguir por el camino real, dada la situación en el sudeste provincial generada por la presencia de los ejércitos de Carrera y Ramírez, recomendándosele transitar por el camino de los guaycurúes, es decir el que unía la capital mediterránea con Santa Fe.
El 25 de junio, promediando la marcha hacia Coronda, Caldcleugh se encontró con el brigadier Estanislao López quien le dijo que sabía dónde estaba apostado Francisco Ramírez y que "el viernes próximo lo atacaría y le cortaría la cabeza".
Es conocido lo que se vivía en esos días. El 16 de junio se había librado la batalla de Cruz Alta entre las fuerzas de Bustos y las de Ramírez y Carrera, que se definió a favor del primero, replegándose los derrotados sobre Fraile Muerto, desde donde se separarían más tarde dirigiéndose hacia sus trágicos destinos. El Supremo Entrerriano murió en un enfrentamiento el 10 de julio en el norte de Córdoba y Carrera fue fusilado en Mendoza el 4 de septiembre.
Mientras tanto, aquel joven diplomático británico, pasados cinco días más de marcha, llegaba a Buenos Aires el 30 de junio. Poco después, embarcó en el bergantín "New Jersey" y, con la misión cumplida, el 18 de julio estaba de vuelta en Río de Janeiro, concluyendo así un periodo de seis meses de ausencia.
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